Como consecuencia de que el padre de Clara Wieck se negara a que su hija se casara con Schumann perjudicando su carrera de pianista, Schumann partió decepcionado y depresivo para Viena, si bien continuó su relación con Clara a través de cartas y en su música.
A pesar de todo en Viena se las arregló para componer algunas piezas de notable gracia y encanto seductor, como esta Arabesca a la que, en su carta de 15 de agosto 1839 a Ernst Becker, Schumann la caracteriza como "música delicada - para las damas"
Fuente:Wikipedia
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