jueves, 21 de mayo de 2015

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Rienzi se puede considerar como la primera ópera de Richard Wagner que obtuvo una resonancia considerable. Se estrenó años después de haber sido compuesta, concretamente el 20 de octubre de 1842 en la Ópera real de Dresde.

El libreto de Rienzi es del propio Richard Wagner, que se inspiró en un escrito de Mary Russell Mitford y en la novela de Edward George Earle Bulwer-Lytton

En esta ópera, Wagner incluyó todos los elementos de la grand opéra, tan del gusto del público francés, ya que Wagner pretendía ser admitido en la Ópera de París, así que hay concertantes, duos, arias y el ineludible ballet. Precisamente por esto, por estar tan alejada del estilo de Wagner, esta ópera no se representa nunca en Bayreuth, aunténtico santuario wagneriano, a pesar de tener pasajes de indudable belleza y calidad.

Rienzi narra la historia de Nicola Gabrini "Cola de Rienzi", un tribuno romano del siglo XIV que soñaba con devolver a Roma la grandeza del viejo imperio y que, lamentablemente, mutó de líder populista a tirano en unos pocos años.

El manuscrito original de "Rienzi" se lo había regalado la familia Wagner a Hitler. De hecho, la partitura se quemó completamente en el propio "führerbunker", tal como sucedió con las copias legítimas malogradas con ocasión del bombardeo de Dresde.

Según contó en sus memorias el amigo de juventud de Hitler, August Kubizek, tras asistir con él a una representación de Rienzi en el teatro municipal de Linz, Adolf, que entonces tenía 17 años, le convenció para que subieran a la colina del monte Freinberg, desde donde se divisaba la ciudad austríaca. Era una tarde brumosa de noviembre. Después de un solemne silencio, le comunicó con voz ronca que iba a recibir de su pueblo la misión de conducirlo hacia la libertad. Según Kubizek “fue como si un segundo ego hablara desde su interior. No se trataba en absoluto de un orador dejándose llevar por sus propias palabras. Al contrario, más bien sentí como si él mismo escuchara asombrado y emocionado lo que había brotado de su interior con una fuerza elemental”.

Invitado al teatro de Bayreuth en 1939 por su entonces poderoso amigo de juventud, Kubizek recordó que Hitler le dijo solemnemente que aquella tarde en que subieron al Freinberg “empezó todo”. Por entonces no sospechaba que en sólo seis años acabaría como su admirado Rienzi, bajo el fuego de las bombas que caían sobre Berlín y el búnker de la Cancillería. No podía esperarse nada bueno de tanta solemnidad.

El arquitecto de Hitler y ministro de Armamento en la guerra, Albert Speer, reprodujo en el Diario de Spandau una conversación de Hitler en la que éste le confesó al jefe del Frente del Trabajo Alemán, Robert Ley, que había elegido la obertura de Rienzi para inaugurar la Asamblea Plenaria del Partido por su admiración hacia “aquel hijo de un humilde tabernero que consiguió, cuando apenas tenía veinticuatro años, hacerse con el pueblo romano e inducirlo a deshacerse de un Senado corrupto, invocando el grandioso pretérito del Imperio”.

Desde que escuchó “esa música divina”en Linz, presintió que él también conseguiría “unificar y engrandecer el Imperio alemán”.

Fuente:

http://laopera.net/wagner/rienzi-richard-wagner-argumento-videos


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